LAS 10 MEJORES RAZONES PARA PASAR UN FIN DE SEMANA EN SALAMANCA
¿Estás buscando un lugar para una escapada de fin de semana? ¿Quieres algo bonito, que se pueda recorrer a pie y donde se coma bien? ¿O tal vez algo barato, con mucha fiesta y gente de todo el mundo? ¿Eres de los que buscan un hotel exclusivo, cenar en un buen restaurante y vivir una experiencia de lujo? ¿O de los que viajan mochila al hombro, sin destino fijo y sin reloj?
Seas quien seas, aquí te presento las 10 mejores razones para pasar un fin de semana en Salamanca:
1. La rana, el astronauta, el dragón comiendo helado y otras curiosas figuras.
Casi todo el mundo ha oído hablar de la rana de la Universidad, cuya visión augura aprobar los estudios. Muchos conocen que hay un extraño astronauta en la Catedral, donde también hay un dragón comiendo helado. Pero, ¿sabías que en las paredes de la ciudad hay cientos de curiosas figuras por descubrir?
Un ángel cabalgando un dragón, un hombre masturbándose, otro haciendo burla, una cigüeña, un mono coprófago o la escena de la aplicación de una lavativa son solo algunas de las singulares esculturas que te podrás encontrar y que no te dejarán indiferente.
2. El jamón serrano y otras delicias gastronómicas de la tierra.
Si digo que el Jamón de Guijuelo es la mayor delicia gastronómica del mundo, habrá quien me acuse de exagerar. Por si acaso es cierto, no dejes de probarlo. A poder ser junto a un buen plato de chorizo, salchichón y lomo, con un vinito de la tierra para acompañar.
Hay otros manjares menos conocidos, como el farinato, que es un embutido típico de Ciudad Rodrigo, o la jeta asada, que se puede degustar en muchos sitios, aunque es realmente famosa la que se sirve en el bar La Viga.
3. La fiesta, el ambiente estudiantil y las noches que nunca acaban.
La fiesta nocturna no tiene fecha en el calendario. Sea lunes, miércoles o sábado, siempre encontrarás un bar donde echar unas risas.
Si visitas la ciudad durante el curso escolar confirmarás lo largas que son las noches salmantinas. Si lo haces durante las vacaciones estudiantiles, descubrirás una marcha más internacional, acompañado de cientos de alumnos extranjeros en busca de practicar el español.
Si hace tiempo que dejaste atrás los 20, no te preocupes, ya que Salamanca tiene locales para todas las edades. El mítico Centenera, en la Gran Vía, es uno de ellos.
4. Aquí no hay playa, vaya, vaya...
Si buscas un lugar que no esté lleno de veraneantes en bañador, Salamanca es tu destino.
Si echas de menos ver cuerpos tostándose bajo el sol, no te preocupes, porque siempre podrás acercarte a las orillas del río Tormes. Allí podrás caminar, jugar con los niños en el parque, montar en bici o dar un paseo en barca.
Si a pesar de todo, sigues añorando el mar, Salamanca puede ser una escala perfecta en tu viaje a la cercana costa portuguesa.
5. Los atardeceres reflejándose en la piedra de Villamayor.
¿Estás enamorado? ¿Sientes mariposas en el estómago y vives en una nube de algodón? Entonces lleva a tu pareja a pasear por el Puente Romano al atardecer, mientras el sol cae y la piedra de las Catedrales se tiñe de un romántico color que envolverá vuestro amor para siempre.
¿No estás enamorado? ¿Odias las cursilerías? No hay problema. Disfruta de la belleza del momento y simplemente deja que la ciudad se convierta en un recuerdo inolvidable.
6. La Universidad, la Tuna y el saber.
Hay un dicho que reza que El que quiera saber, que vaya a Salamanca. La Universidad, con sus casi 800 años de historia, ha visto pasar por sus aulas a genios, a buenos estudiantes y a otros no tan buenos. No en vano se dice que Salamanca no hace milagros, el que va jumento, no vuelve sabio.
Busca la rana, pasea por los lugares por donde Fray Luis de León, Unamuno, Fernando de Rojas o Nebrija pasaron y respira la esencia de esas paredes que destilan saber.
No te asustes si, ya entrada la noche, te encuentras con un grupo de muchachos vestidos con bombachos y calzas negros, cubiertos con capas y "armados" con laudes y bandurrias. Son los tunos, siempre de juerga y en busca de alguna mujer a la que cortejar con sus canciones.
7. Las leyendas, las costumbres y el folklore, la Salamanca que siempre sorprende.
Visita la Cueva, donde se practicaba la nigromancia y el Marqués de Villena perdió su sombra. Pasea por la Plaza de los Bandos, donde vivía María la Brava, que decapitó a los asesinos de sus hijos. Imagínate a San Juan de Sahagún frenando al toro que atemorizaba a los salmantinos. Deja que te cuenten la historia del Padre Putas y el Lunes de Aguas mientras comes un buen hornazo.
Observa la torre de la Catedral, a la que todos los años se encarama sin protección el Mariquelo con su flauta y su tamboril, escucha la música de los Mayalde, que hacen de las canciones tradicionales de la provincia una nueva e imprevisible experiencia y aprende las danzas de la tierra de la mano de los espontáneos que bailan en la Plaza Mayor.
8. Las dos estaciones.
No, no hablo de las estaciones del tren, sino de las meteorológicas. En Salamanca o es verano o es invierno, no hay medias tintas. Pasamos del abrigo al tirante en apenas un mes, por lo que no tendrás preocupaciones al hacer la maleta.
Si vienes en invierno, podrás entrar en calor tomando un café humeante o un buen chocolate en cualquiera de las cafeterías de la zona antigua, como el Novelty, por donde pasaron algunos de los escritores más famosos del siglo XX.
Si viajas en verano, una buena opción para refrescarte es visitar iglesias y conventos, como el de las Dueñas, en las horas de más calor.
9. La Plaza Mayor, un recuerdo inolvidable.
La escritora salmantina Carmen Martín Gaite decía que la Plaza Mayor es "como un espacio muy grato y nada solemne, donde se percibe el pulso de lo cotidiano, donde se entra y se sale varias veces al día a buscar algo, como al cuarto de estar".
En efecto, la Plaza Mayor es como un cuarto de estar en el que pronto te sentirás cómodo, ya sea buscando personajes en los medallones, tomando un café en una terraza, como acostumbraba Unamuno, o viendo la vida pasar, mientras jóvenes y no tan jóvenes se encuentran bajo la mirada del reloj del Ayuntamiento.
Da igual la hora, siempre habrá una excusa para volver a esta Plaza.
10. Roma la chica
Si los motivos anteriores todavía no son suficientes para que elijas esta ciudad como destino, te daré uno más, el más importante: Salamanca tiene una belleza de tal magnitud que se la conoce como Roma la chica.
¿No te lo crees? Te invito a descubrirla.